Un muy apapachable Julito Iglesias de ya 26 años en 1970 empezaba a difundir internacionalmente un curioso estilo vocal que pondría a sus pies a millones de admiradores y crisparía la sensibilidad auditiva de otros tantos detractores (ese sostenido temblor vocal que llega o al jadeo o al no tan fino agudo) imponiendo su presencia en tantos diversos países con el tiempo que revisitar este clásico del concurso Eurovisión me hace volver a preguntarme cómo se hizo este solista español tan colosalmente exitoso en tantos mercados distintos.
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Algo tiene no? Algo que debe ser carisma, y me refiero en este caso más al carisma en su voz. Lejos, pero muy lejos de un Raphael o un Nino Bravo, Julio Iglesias en comparación, tuvo que sacarle el jugo a su menos dotada garganta ofreciendo algo de actitud y ego, un calorcito vocal muy propio que por más que se le compare con éste y aquel, es de Julio Iglesias únicamente. "Gwendolyne" pues, se llamaba la chica que le quitaba el sueño a los 20 años cuando aún jugaba futbol y estudiaba derecho y llegó a ubicarse 4to lugar en la final de Eurovisión 1970. En una conversación con una señora de cincuenta y tantos, durante un día de trabajo allá por el 2006 salió Julio Iglesias como objeto de admiración mientras sonaba algo de él en la radio, y me remarcó que "Gwendolyne" era su favorita. 'Vamos al internet' me dije, y entonces vino el 'ahhh, yo conozco esta de antes pero muuy remotamente..' Una interpretación muy envuelta en su propio drama, añorando el amor perdido, allí uno escucha al joven Iglesias cantando uno de sus temas más antiguos y emblemáticos.
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